Como fue, así lo cuento.
Jueves: 18 febrero 2021. 08:00. Con ilusión y madrugando me planto en el hospital Clínico San Carlos de Madrid, en su sección de farmacología, cita confirmada, dispuesta a participar en un grupo de ensayo de la vacuna Curevac para la covid-19.
Mucho le pido a la sociedad y muy importante me parece contribuir aportando algo para los demás, «iba» a ser una ocasión bonita. Y ya me he traicionado, porque he dicho iba lo que anticipa el final de estas líneas. Espero que sigáis leyendo para conocer los detalles. Acogida: ¿fría? Después de indicarme una silla para esperar “un poco”, ponen en marcha un vídeo, que, visto que explica en líneas generales el funcionamiento del grupo de ensayo, deduzco que era para mí, pero nadie me lo indica. El vídeo da unas pautas generales, todas ellas razonables.
Más o menos acabado el vídeo, se acerca un caballero, (cuyo nombre ignoro porque no tuvo a bien presentarse) y educadísimo, con esa cortesía condescendiente que da la superioridad, rozando ligeramente mi hombro, me da los buenos días, para a renglón seguido informarme de lo mucho que lamentaba el que hubiera ido al hospital, deberían de haberlo evitado ya que no podía formar parte del grupo de ensayo de la vacuna. Ante mi asombro expuso el motivo: ‘participar requiere manejar una aplicación diseñada en java, y eso usted no puede hacerlo’; Así, sin despeinarse, según me dijo, ese mensaje le habían indicado que debía transmitirme, los expertos del lugar. Cuando requerí que esos expertos me lo dijeran a la cara, resulta que ninguno estaba allí. Traté de explicar que ese argumento era absurdo, saqué mi iPhone y mi línea braille y me dispuse a bajarme la aplicación, no hubo suerte, no lo conseguí, quizá por problemas con las comunicaciones, quizá porque los nervios me hicieron cometer algún error. Durante este intento, una mujer que acompañaba al caballero, me aclaró, no sé si porque vio cual era mi móvil, o porque se le ocurrió, digo, me aclaró que se requería un iPhone 8, (el mío es un 7). Vaya, lo cierto es que cuando llegué a casa, sin problema, pude bajarme la App, y ahí sigue, en mi móvil.
Después de un cierto debate y visto que su posición era inamovible, definida antes de hablar conmigo, lo único que puedo decir es que fue determinada por eso que llamamos prejuicios y sí, me sentí discriminada, humillada, como hacía años que no me había sentido. Que este caballero prefería decir ‘excluida’, bueno, sigue siendo igual de humillante que me excluyan por ser ciega. Por cierto, una persona ciega que, casualmente, ha trabajado más de 32 años en una multinacional americana líder en informática (pero eso ellos no lo sabían). Y por solidaridad con otros colectivos, diré que si el requisito para participar exige un iPhone 8, también discriminan a los pobres cuyo estatus económico no les permite acceder a un teléfono tan caro…
Nada que objetar al desconocimiento y por ello a la duda, todo contra la mente cerrada y más en un lugar, entorno sanitario, y puntero, donde se supone (o yo imaginaba) una actitud sensible y una mentalidad abierta. No han entendido nada: ir no era problema en absoluto, el verdadero problema fue el acto de discriminación.
Espero que en lo referente a la vacuna sean más capaces.
(Fin del relato).

Sí, esta historia me la contó hace unas semanas mi amiga Carmen y me pareció interesante para traerla a este espacio. Es un buen ejemplo de esas situaciones que mientras cualquier persona sería alabada por tomar la iniciativa para participar, si ésta es ciega se convierte en un problema y sin mayores cuestionamientos simplemente se la expulsa, con total impunidad. En nuestra vida cotidiana, con mucha frecuencia, con demasiada, tenemos que lidiar con actitudes que denotan desconocimiento, pero un desconocimiento no reconocido, porque se actúa desde él y sin ninguna intención de enmendarlo. Es entonces cuando se responde desde el prejuicio y nos vemos enfrentados a situaciones de discriminación. Cuando esto ocurre desde una posición de poder, nos sentimos frustrados, perjudicados y sin capacidad de respuesta. ¿Cuándo llegará ese momento en que la diversidad se considere una riqueza y una cualidad humana? ¿Cuando podremos considerar que el momento de responder a la diferencia es una oportunidad para aprender y no un pretesto para inferiorizar y desvalorizar al otro? Finalmente, Carmen se ha podido incorporar a un grupo de pruebas de vacuna, que trabaja con Janssen y que lo llevan médicos de la Universidad Autónoma de Madrid, no le han puesto ningún inconveniente, de hecho está participando, con alguna ayuda puntual, pero con su App y todo. Pero sin duda, no olvidará esta situación en la que se vio involucrada sin ella quererlo, porque como la mayoría, aspira a participar en la sociedad sin trabas, como cualquier ciudadano.
Parece increíble que situaciones como las que Soledad ha descrito, todavía se produzcan.
esto demuestra que, desgraciadamente, todavía tenemos muchas cosas por hacer.
la formación en todos los entornos sociales es fundamental. Debemos abordarla.
no perdamos la esperanza y pongámonos a ello.
vi civilizar estas situaciones ya es dar un paso importante. La concienciación es la base de empezar a dar pasos hacia delante.