Me parece interesante, antes de entrar en los contenidos, destinar unas líneas a presentar algunos datos sobre las personas a las que realicé las entrevistas, con el fin de contextualizar los temas que me dispongo a desarrollar.

En España se considera a una persona como ciega legal si posee menos de 1/10 de agudeza visual o el campo de visión reducido en más de un 90%. Pero ésta me pareció una población demasiado amplia para mis propósitos, así que a la hora de elegir a las personas lo hice entre aquellas que precisan de un bastón blanco o un perro guía para poderse desplazar, o sea, que o no ven nada o el resto visual que poseen no les permite hacerlo de forma autónoma sin una ayuda. Por supuesto, reconozco que las personas que no se ajustan a estos criterios comparten muchas de las dificultades, y en algunos casos otras que suponen mayores problemas, pero en general, no son percibidas por los demás como personas ciegas, con las ventajas y los inconvenientes que ello supone. Por eso quise restringir el rango de personas a las que entrevistar y con ello centrarme en un aspecto que considero fundamental y despierta mi interés, cómo nos afecta las reacciones de los demás cuando nos ven como personas ciegas, con todo lo que ello con lleva.
En total realicé 50 entrevistas, la mayoría de ellas a través de Skype. Un 15% eran personas a las que conocía bastante y el 85%, tenía alguna referencia o las desconocía totalmente. Todos ellos viven actualmente en España, aunque dos han nacido en otros países.
Teniendo en cuenta algunas características, procuré la mayor variedad a la hora de seleccionar a los candidatos. Algunas de las variables que tuve en cuenta fueron: género, edad, nivel educativo, causas y evolución de la falta de visión, etc.
Finalmente mi población estuvo compuesta por 25 mujeres y 25 hombres, que en el momento de ser entrevistadas tenían entre 18 y 72 años, con la siguiente distribución:
- entre 18 y 29: 11 personas
- entre 30 y 39: 9 personas
- entre 40 y 49: 10 personas
- entre 50 y 59: 10 personas
- entre 60 y 72: 10 personas.
En cuanto a la adquisición de la discapacidad visual se puede considerar que 39 la tenían desde el nacimiento y 11 la adquirieron posteriormente, aunque por diferentes circunstancias esto no es sencillo de afirmar. Por ejemplo, hay personas que teniendo el problema visual desde el nacimiento, no se les diagnosticó hasta en un momento posterior, por lo que hasta entonces, aunque con ciertas dificultades, eran consideradas personas que veían bien. De los 11, 2 perdieron la visión durante la infancia, dos durante la adolescencia, dos en la década de los 20, cinco empezaron en los 20 a perderla, empeorando posteriormente de forma más o menos progresiva. También entre las personas que tienen la discapacidad visual desde nacimiento, hay variaciones importantes, ya que algunas fueron perdiendo el resto visual que tenían de forma progresiva, o en momentos concretos por circunstancias diferentes, produciendo importantes cambios en sus vidas, pues algunos de ellos hasta cierta edad tuvieron una visión funcional para muchas actividades. De hecho, del total de 50, son 27 los que siendo ciegos de nacimiento no han tenido ninguna variación a lo largo de la vida.
8 personas no precisaron ningún apoyo escolar durante su etapa educativa y realizaron sus estudios con normalidad, por no tener ningún problema visual o no haber sido diagnosticados. Los que han realizado todos sus estudios en régimen de educación integrada son 18, de los cuales 9 son los más jóvenes de los entrevistados. Tan sólo 11 los han realizado exclusivamente en educación especializada. 8 personas iniciaron su escolarización con un sistema de educación especial y se cambiaron a la integrada a pesar de poder seguir en un centro específico. Sinembargo, seis personas comenzando en régimen de integrada se pasaron a la especial, de las cuales una de ellas volvió de nuevo a la integrada.
11 tienen estudios primarios, 13 estudios medios y 26 universitarios.
12 personas tienen o han tenido algún familiar con problemas visuales: 3 con un padre o los dos, cinco con un hermano y el resto con algún tío, abuelo o primo.
En ningún caso estos datos pretenden representar a la población de personas ciegas a nivel estadístico, pues la muestra es muy pequeña, simplemente hago constar los datos como una manera de describir al grupo de personas a las que he entrevistado. Además de proporcionarme una base sobre la que relacionar algunos comentarios que irán apareciendo a lo largo de los diferentes artículos.
Para leer sobre el planteamiento y los objetivos de esta investigación puedes entrar aquí:
Introducción
